Aún quedan diseminados en la trama urbana de Catamarca edificios que son dignos de preservar, para tener presente nuestro pasado y considerar así nuestra identidad. El vecino desconoce que contamos también con edificios modernos, que deben ser tenidos en cuenta.
Es el caso del ex Centro Sanitario, ubicado en la manzana del área central, comprendida entre las calles Chacabuco, Ayacucho, Mota Botello y Caseros; obra del arquitecto argentino Mario Roberto Álvarez, proyectada y construida entre 1948 y 1950. Funcionan allí, en la actualidad, las oficinas públicas del Ministerio de Salud de la Provincia.
Hace un par de semanas, estudiantes del ciclo superior de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Rioja (que cursan la electiva “Arquitectura: crítica y proyecto”) visitaron este complejo como parte de las actividades previstas en la materia para tomar conciencia del aporte de la modernidad en la construcción de la ciudad.
Para ubicar al lector, debemos recordar que el arquitecto Álvarez, proyectó y construyó cinco centros sanitarios contemporáneos al de Catamarca. También se lo conoce al arquitecto por el edificio SOMISA, el Teatro Municipal General San Martín, el edificio IBM, el Túnel subfluvial Paraná-Santa Fe y muchas obras más que lo llevaron, a lo largo de una extensa vida profesional en su estudio, a construir más de un millón de metros cuadrados.
También situamos en contexto que, en la década del cuarenta, el Dr. Ramón Carrillo, el primer ministro de salud pública de la Nación Argentina bajo la presidencia de Perón, ideó un plan para la construcción de los centros sanitarios en Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Corrientes y Catamarca.
Mario Roberto Álvarez dijo en una oportunidad (cuando fue entrevistado en el espacio A Vos Ciudad), que “Carrillo pensaba en una medicina del tipo preventiva. Era mejor tratar con el hombre parado que acostado”. Haciendo referencia a un sistema de salud profiláctica para el país.
En las bases del concurso oficial para la construcción de estos edificios, la convocatoria convenía que éstos debían ser, por contrato, obras en estilo colonial y con columnas salomónicas. El arquitecto Álvarez no hizo caso: “Yo, cansado de perder muchas obras por no hacer lo que pedían los clientes, firmé, sabiendo que no iba a cumplir. Porque pensé: cuando las obras transcurran, quizás el ministro ya no esté, y yo voy a estar. Entonces voy a hacer lo que creo”.
Esta decisión le valió el respeto de los críticos. El arquitecto Rodolfo Morello dijo en una oportunidad: “Mario Roberto Álvarez, en los nuevos Centros Sanitarios del Noroeste Argentino, demostró, en la segunda mitad de la década de los cuarenta, la posibilidad real de coexistencia entre las directivas oficiales en materia de estilo y las condiciones funcionales y tecnológicas del tema, en un área de tan fuerte especificidad como la arquitectura para la salud”.
En la entrevista concedida (ya mencionada), el arquitecto contó que toda la documentación de la obra la prepararon en su estudio, y la construcción estuvo a cargo de una empresa que contrató el Estado nacional. A modo de anécdota dijo que “no me pagaron los honorarios, sino dos años después… Era para ellos muy rebelde”. Éste último comentario revela su simpatía a Carrillo y no así a Perón.
Álvarez agrega: “para hacer esas obras nos fuimos a vivir una semana en cada una de las provincias. Estudiamos el clima, los materiales, etc., y las hicimos con los materiales que había, no con los que sería bueno traer. En algunas partes, donde había mucha piedra, fueron de piedra. Donde soplaba el viento (como en Catamarca) apuntamos el edificio para que siga el eje del viento”
Al leer lo que expresó en una oportunidad el arquitecto Álvarez con respecto a cómo ve él la arquitectura o lo que pretende hacer, nos da una idea de la coherencia que puso en práctica en nuestro ex Centro de Salud:
“No creo que haya una arquitectura argentina. Nuestra arquitectura tendría que ser contemporánea. Desde ya que funcione bien, sea económica, sobria y simple, que no trate de llamar la atención y que dure.
“Yo siempre he dicho que como arquitecto soy barato y como dibujante soy caro. Esto es: no soy dibujante del señor que viene, con todas las ínfulas, pidiéndome arquitectura del pasado. Lo rechazo. De hecho, he perdido muchísimas obras para no contradecirme”
Entendemos que Álvarez resolvía el problema considerando el medio natural y cultural en el que hacía arquitectura, muy lejos de pensar si era o no moderno, aunque hoy, a la distancia, reconocemos que fue un Maestro de la arquitectura moderna argentina.
El conjunto que proyectó Mario Roberto Álvarez en Catamarca, habilita continuar el debate de la mirada de arquitectos como él que, con su pensamiento y su obra, permiten entender la ciudad en la mirada sistémica y la complejidad de la arquitectura. Álvarez interpreta la manzana de Catamarca, en la que proyecta y construye el ex Centro de Salud, ya que entiende “la ciudad de Caravati”. Desde su intervención arquitectónica se puede leer la ciudad que él se imagina, que estaría muy cerca de los postulados ambientales que se discuten en la actualidad.
El Poder Legislativo de la Provincia tendría que sancionar una ley que declare Monumento de Valor Patrimonial a la manzana del Centro Sanitario de Catamarca y sugerir que el Ejecutivo prevea el traslado de las oficinas del actual Ministerio de Salud de Catamarca a un edificio apto para sus funciones administrativas. Esta acción permitiría a la sociedad disponer del complejo edilicio con un uso que impida su destrucción. Las desafortunadas intervenciones que se hicieron a lo largo de las últimas décadas hieren nuestra memoria; de un pasado donde la modernidad también aportó en la construcción sustentable de nuestra ciudad, lo que en la actualidad es el paradigma de la arquitectura del ambiente.
Basilio Bomczuk.
Nota publicada en la Revista Express, en su edición del 12 de noviembre de 2017.