Un par de años atrás visitó nuestra ciudad el prestigioso arquitecto Luís Grossman. Reconocido profesional que escribió durante tres décadas en el suplemento de “Arquitectura” del diario La Nación, Vino en el marco de la muestra “Un dibujo… Un Arquitecto…” que organizó “A vos, Ciudad” a dictar una conferencia sobre los desastres que causa el automóvil en las áreas centrales de las ciudades argentinas.
El arquitecto Grossman se sorprendió gratamente cuando, en la audiencia que le concedió el intendente de SFVC Dr. Ricardo Guzmán, supo que éste había leído el libro “La ciudad de los niños” del pedagogo italiano Francesco Tonucci. Y lo mencionó en su columna del diario La Nación.
Y es que Tonucci escribió un libro muy interesante que deberían leer todos los intendentes y funcionarios municipales de nuestro extenso país. El italiano plantea un “modo nuevo de pensar la ciudad” y así, tal cual, lo escribe en la tapa del libro.
A grandes rasgos, podemos decir que el libro esboza la necesidad de que nuestros urbanistas diseñen las ciudades en las que vivimos, teniendo en cuenta al niño. Si esto es así, la ciudad será amable con los adultos. Este mismo concepto se aplica con la “accesibilidad desapercibida” cuando hablamos de la eliminación de las barreras arquitectónicas. Ya lo comentaremos en otra oportunidad más extensamente…
Días pasados, en una entrevista de un diario de tirada nacional, Francesco Tonucci comentó que visita nuestro país desde hace 12 años. Él nota que actualmente muchos vecinos se cuestionan cómo hacer para que un niño pueda circular solo por una ciudad argentina del siglo XXI, donde crece la violencia.
El pedagogo sostiene que esto puede ser posible: “Una de nuestras propuestas es que puedan moverse solos en la ciudad y que vayan a la escuela sin la compañía de un adulto. Para esto se estudian todas las alternativas previas: los recorridos, se identifican los puntos de dificultades, se habla con los maestros, los padres, pues hay que coordinar todas las soluciones y eso involucra varios elementos, por ejemplo, que los comerciantes que están dentro del recorrido pongan a disposición sus recursos, un vaso de agua, el baño, el teléfono, etcétera”
Podemos pensar que esto tiene que ver con las grandes ciudades, pero Tonucci cuenta la experiencia de una pequeña ciudad italiana: “En Pesaro, una ciudad de la costa del Adriático, de 100.000 habitantes, el proyecto tiene ya 8 años y cada año aumenta el número de escuelas que participan. Ahora hay 9, lo que significa casi la mitad de la población escolar de la ciudad, y el programa funciona a pesar de los temores. Se está implementando en algunas escuelas de Roma y en varios municipios de Buenos Aires, como Almirante Brown.
A partir de 2001 se puso en marcha el programa “Recorrido Seguro” hacia la escuela, y si esto ocurre acá, en éste país, es mucho más emblemático. En 2005 el responsable de Seguridad de la ciudad de Buenos Aires, en un congreso que se celebró aquí, afirmó que en estos barrios donde se desarrollaba la experiencia los hechos criminales bajaron 50%”
Con una obra no basta
A veces escuchamos a políticos y funcionarios que citan el pensamiento de Francesco Tonucci y le cuentan a la gente que van a construir tal o cual edificio o espacio público, de acuerdo a los postulados del libro “La ciudad de los niños”
Pero lo que no entienden es que no se debe hacer una construcción “puntual” en uno o dos lugares de una ciudad con este criterio, sino que se lo debe ver como una cuestión “conceptual”, “integral”, plantearlo como un “modelo”, como un “patrón, como una “matriz”. Debería estar presente en cualquier Plan Urbano–Ambiental de las ciudades de nuestra provincia.
La SFVC de fines del siglo XIX y comienzos del XX plantea una ciudad “amable” con los niños. Una ciudad en la que su escala permitía que la gente pudiera “vivirla”
Esto lo rescatan Sarrahil y Gazzoli cuando hacen el Plan Urbano–Ambiental a fines de la década del setenta. Cuando éstos últimos proponen recuperar el caso histórico de SFVC para el turismo, uniendo las calles con los corazones de manzana. Aquí están soñando una ciudad “humana” para nosotros.
En Curitiba, aproximadamente en esta época, su alcalde puso en práctica este concepto para recuperar el caso histórico y los resultados están a la vista cuando el turista visita la ciudad.
Primero los niños
Si los vecinos en una ciudad cualquiera de nuestro país se involucran en estos aspectos sensibles de lo cotidiano de la vida de un niño, mejoraremos la calidad de nuestras ciudades.
Vemos en SFVC cómo se desplazan los automovilistas en sus coches sintiendo que tienen un gran poder al estar al frente de un volante. No respetan las sendas peatonales, las señales, no frenan… no respetan a los niños cuando intentan cruzar en las esquinas.
Si pensamos en los niños, si pensamos en mejorar la calidad de los espacios públicos abiertos y las calles de SFVC, pensando en ellos, viviremos en una ciudad más amable y que nos servirá para que hasta el turista lo note y se sienta reconfortado de volver y de sugerir que nos visiten.
Una vez le preguntamos al intendente de SFVC en uno de los programas de radio de “A vos, Ciudad” si sus funcionarios habían leído este librito de Tonucci. Nos dijo que suponía que si lo habían hecho, ya que él se los sugirió. Algunos vecinos nos comentaban los otros días, cuando hablábamos de este tema –y que motivó esta nota– que no creen que lo hayan hecho…