Cuando visitamos una ciudad por primera vez y buscamos alojamiento, preguntamos por sus hoteles y los precios. Si existen uno o varios establecimientos de cinco estrellas, entendemos la importancia de la ciudad en la región y nos preguntamos cómo hicieron para posicionarse en el turismo. Pero hoy en día existen otros tipos de alojamiento que no son cinco estrellas, que sin embargo, tienen características de excelencia.
Quien escribe estas líneas, tuvo la oportunidad de visitar, hace un tiempo (gracias a una iniciativa de la Secretaría de Turismo de la Provincia y el Consejo Federal de Inversiones), una serie de establecimientos para alojar turistas en el norte argentino.
Allí pudimos ver unos emprendimientos llamados “hoteles boutique”, que no eran precisamente “cinco estrellas” (el ideal de cualquier turista) sino más bien pequeños establecimientos, que si merecerían llevarse seis estrellas.
Estas posadas son el futuro para un buen servicio turístico. Es aquí donde el Estado tendría que poner el acento en propiciar la generación de más camas para el turista, en las ciudades de nuestra geografía.
El Estado no puede hacerse cargo de un hotel, esto llevará indefectiblemente al fracaso. Nadie mejor que los pequeños emprendedores están capacitados para realizar esta actividad.
Mucha gente, con una gran vocación de servicio, no llega a cumplir con los requisitos que las reglas económicas plantean. No alcanzan a poder demostrar con qué recursos responderán a un crédito.
Pero, debería existir la posibilidad de replantearse desde los organismos de conducción, la sensibilidad y el sentido común sobre cómo evaluar la capacidad económica de mucha gente que seguramente sí responderá, ya que tienen aptitudes y actitudes de sobra para encarar una actividad de esta naturaleza.
No cualquiera está capacitado para ser anfitrión en un servicio turístico. A la gente que visita un lugar, hay que atenderlos, prestarles atención, darles de comer, guiarlos, contenerlos, mimarlos… Les aseguro que es todo un arte…
Quiero recordar en esta columna a Audrey, una francesa, que con su esposo, ofrecen con excelente atención su gastronomía en Fiambalá. Ellos sí tienen esa vocación, pero muchas veces chocaron contra las “reglas” impuestas por la hipocresía del sistema, al plantear su proyecto de inversión. Como el caso de esta agradable pareja, seguramente existen otros.
Alojamiento en las viejas casonas con sus corazones de manzana
Sólo hace falta un poco de imaginación y permitirle a la creatividad jugar su juego… En SFVC existen los corazones de manzana (hoy zonas muertas) que tienen un gran potencial para brindar servicios turísticos.
No olvidemos que en el siglo XIX (según los que estudian nuestra historia), los centros de manzana eran atravesados por canales de riego que bajaban de la zona alta y que servían para dar vida a los huertos y árboles frutales que se plantaban allí. Había vida. Y perfectamente hoy podríamos otorgarles vida nuevamente, hilvanando las calles del centro con estos corazones, creando un subsistema que los comunique. La vida de la ciudad podría estar allí latente.
Las viejas casonas podrían transformarse en alojamientos “boutique” para delicia del turismo. ¿Es qué será mucha la inversión necesaria para conseguir este objetivo? Quizás, sólo es “creatividad” ¡Sería una propuesta distinta en el norte y una maravilla para el turismo!
No existe una verdad única
Unos amigos que fueron de vacaciones a Brasil, me contaban a su regreso que éste país, en los últimos tiempos, creó cerca de 150.000 nuevas camas para recibir turistas. Pero el dato interesante y que debe llevarnos a reflexionar, comentaban, es que las tres cuartas partes de estas nuevas camas, corresponden a pequeños emprendimientos del tipo “pousadas”.
En nuestros pagos, es hora de terminar con desencuentros verbales bajos, desagradables y mezquinos, que sólo reflejan inseguridad. De una vez por todas, el Estado y los privados “se tienen que poner las pilas” para hacer de Catamarca, con un trabajo constante a lo largo del tiempo, un destino turístico y permitir de esta manera que la gente tenga una mejor calidad de vida, gracias a las fuentes de trabajo que se generen… y que los lleve a ser felices.
Lamentablemente (para algunos) y felizmente (para otros) aquí nadie tiene la verdad absoluta en materia turística. Existen muchas verdades… humanas y sensibles. Habrá que ver si la noble actividad política toma cartas en el asunto, ya que lo reclama la ciudadanía con sus impotentes reflexiones desde el llano…