El jueves 31 de mayo de 2012, la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, Cultural y Recreativa cumplió ciento veintidós años. Con tal motivo, su Comisión Directiva organizó un acto para homenajear a Luis Caravati.
Recordemos que el primer presidente de la institución fue Adonai Spreafico, yerno de Guillermo Caravati, quien era hermano de Luis. Actualmente, ocupa por primera vez una mujer ese cargo y tal honor le corresponde a la arquitecta Ángela Cattaruzza.
En la era la inmediatez –con internet incluida– cuesta pensar la función que cumplían instituciones como la que recordamos en esta nota. Los inmigrantes que llegaban a América podían recurrir a estas para recordar sus tradiciones y cargar energía para afrontar la dura vida que llevaban, llena de trabajo y sacrificios, lejos de su tierra natal.
Estuvieron presentes en la ceremonia, autoridades e integrantes de la Sociedad Italiana, el vice-cónsul de Italia en Catamarca –Dr. Pablo Vargiú–, inmigrantes italianos, hijos y nietos de éstos y público en general.
Para recordar este día tan especial, los integrantes de la sociedad decidieron invitar a los autores de dos libros que hablan del maestro italiano y que fueron presentados en la última Feria del Libro en Buenos Aires, y quien escribe esta nota.
Marcia Lobo Vergara habló de su libro “Luis Caravati. De puño y letra”; y compartió con los presentes un emotivo video con una serie de entrevistas realizadas a los descendientes de Caravati en Cantello, donde nació el arquitecto. Estos testimonios forman parte de su investigación.
Nicolás Reynoso pudo mostrar las fotografías de su libro “Luis Caravati, arquitecto de la imagen de Catamarca” que da cuenta de una serie de detalles de la obra del arquitecto inmigrante que, en muchas ocasiones, pasan desapercibidos a nuestra mirada.
Mi colaboración estuvo centrada en explicar el aporte del arquitecto a la ciudad de Catamarca y su arquitectura, en lo que denominamos “La Escuela Caravati” y que difundimos desde hace un tiempo en el espacio de “A vos Ciudad”.
Al final del acto se sirvieron “crostolis” que, según contaron los organizadores, consiste en elaborar una masa muy fina que se estira, se extiende, se corta y se fríe en aceite y se le agrega al final azúcar o miel.
La comida estaba acompañada de un vino caliente que, según explicaron los anfitriones, se hierve con romero, clavo de olor, cáscara de naranja y azúcar y que al provocar el fuego consume el alcohol y permite que su sabor no sea muy fuerte.
Todas, costumbres de los inmigrantes que, junto a los originarios de estas tierras, hicieron de Catamarca una capital pujante gracias a su fusión cultural. Porque una ciudad también es su gente con su cultura y no solamente calles y plazas.
Siempre Caravati
Debemos destacar que –una vez más– se le rinda homenaje al arquitecto italiano. Esto es bueno para la ciudad, ya que nos recuerda que Catamarca tiene una imagen urbana definida en su área central, producto de la intervención de este inmigrante trabajador.
Muchas veces, en reuniones organizadas para recordarlo, nos preguntamos qué lo motivó para quedarse en Catamarca, cómo fue “moldeando” esta ciudad y si habrá sido consciente del legado que nos dejó.
Seguramente, algún día, podremos ver puesta en valor su casa, en la hoy peatonal de calle Rivadavia, donde antes funcionaba el Registro Civil, para albergar el Museo de la Ciudad. Como sucedió con el concretado traslado de los restos del arquitecto al Seminario, que está siendo intervenido para dejarlo en condiciones edilicias.