El domingo 13 de agosto se realizan las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. En esta oportunidad se renuevan, entre otros cargos legislativos, los Concejos Deliberantes de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca y de otras localidades que conforman nuestro Valle Central.
Mucha gente desconoce cuál es la función del concejal, ya que, en la práctica, en nuestro sistema democrático, el Poder Ejecutivo tiene más peso que el Legislativo. En otras ciudades del mundo, los ediles acompañan al intendente en algunas funciones específicas. En nuestro país los concejales deliberan proyectando ordenanzas para la convivencia de los vecinos de la ciudad y controlando la gestión del municipio.
La participación en el seno del Consejo Deliberante es trascendental para la vida democrática. Hay mucho por hacer en estos ámbitos para conseguir el bienestar de los vecinos; muchas veces se subestima el mandato que, como ciudadanos, delegamos en los concejales que elegimos del menú partidario y programático.
La ciudad de Catamarca y las localidades vecinas, han experimentado un crecimiento extraordinario en las últimas décadas; algo que es común en muchas ciudades del país y del mundo, ya que la gente emigra de las áreas rurales a las urbanas, con la esperanza de mejorar su calidad de vida.
Esto ya lo ha mencionado, en innumerables ocasiones, el reconocido arquitecto y urbanista español, Fernando de Terán. En su libro El Problema Urbano, dice que: “Uno de los hechos más significativos que afectan y caracterizan a la organización actual de la vida humana sobre la Tierra es el proceso de concentración de la población en las ciudades, que está conduciendo a una situación totalmente nueva en la Historia, y provocando unos problemas también nuevos, de extraordinaria gravedad. Esa nueva situación, en términos generales, viene dada por el enorme y veloz aumento de tamaño de las ciudades y por las repercusiones que ello provoca en las relaciones entre ellas y los territorios que las rodean. De ambas clases de fuerzas se derivan también los graves problemas que el fenómeno está produciendo en la ciudad y en el territorio: hacinamiento, especulación del suelo, congestión circulatoria, escasez de viviendas, contaminación atmosférica, desintegración social y violencia, deterioro ambiental, dispersión de desechos y vertidos contaminantes, destrucción del paisaje natural”.
Los municipios que conforman, lo que se llama El Gran Catamarca, deberían comenzar a considerar seriamente los aspectos de la complejidad arquitectónica que plantea Terán. Por otro lado, hace falta una fuerte voluntad y decisión política que les permita entender que la planificación urbana aislada por localidad no nos conduce a resolver los problemas a futuro.
Hoy en día la solución pasa por una Planificación del Territorio que involucre a todas las ciudades que conforman el Valle Central. Nuestro medio natural o físico, con el río Del Valle y sus arroyos, los sistemas montañosos de El Ancasti y El Ambato; y nuestro medio cultural o antropológico, con las actividades humanas de las distintas poblaciones que lo conforman, constituyen variables a tener en cuenta para trabajar esa proyección. Por caso, la degradación ambiental que viene experimentando sistemáticamente en los últimos años Valle Viejo, no se va a resolver si no nos sentamos a debatir con la ciudad Capital y otros municipios próximos.
Hay algunos avances. Por ejemplo, el Municipio de la Capital convocó hace un año a un concurso público para cubrir la Dirección de Fiscalización de Obras Públicas y Privadas; un hecho positivo, considerando el proceso de modernización de la gestión. Pero quizás, debieron concursarse antes los cargos de la Dirección General de Planeamiento Urbano, ya que es ahí donde comienza todo. ¿Cómo fiscalizar, si antes no se cuenta con un Plan Territorial de acuerdo a los paradigmas ambientales y participativos de este nuevo siglo? No hay que temer a la idea de propiciar un plan que resulte del consenso político entre municipios y que involucre a los vecinos que son los verdaderos protagonistas de “su lugar”.
Ramón Gutiérrez, un arquitecto que ha dedicado toda una vida a la investigación del patrimonio arquitectónico, en su análisis de la arquitectura y las ciudades latinoamericanas de los últimos veinticinco años, destaca que “la planificación de éstas ha cambiado sustancialmente; ya no es de gabinete, ahora busca la participación ciudadana, la opinión de los colectivos; está exigiendo una nueva mirada desde la propia comunidad y lo propio sucede con el patrimonio y los aspectos ambientales, que son los que marcan un nuevo camino para América Latina”.
El Territorio es un sistema complejo, donde entran a jugar todas las variables que menciona Fernando de Terán al principio de esta nota. Nosotros tuvimos a un arquitecto como Luis Caravati, que lo entendió lúcidamente cuando se instaló en el Valle Central, dando lugar a una producción arquitectónica que logró la síntesis del objeto con el lugar y que llevaría a que nuestra ciudad contara con un tácito Plan Urbano Ambiental. Esta certeza perduró hasta las últimas décadas del siglo pasado cuando arribaron Eduardo Sarrahil y Rubén Gazzoli que la tomaron como una semilla germinal del Plan de Ordenamiento Territorial para el Gran Catamarca. Desde esos tiempos a nuestros días, hay que sincerarse, no ha habido avances de planificación con características tan revolucionarias.
El auge de la arquitectura sostenible está todavía más en el título de los enunciados, que en una realidad efectiva; subordinada a la dura realidad de la especulación que es la que domina nítidamente el mundo. Si los candidatos a concejales de todo el Valle Central –que resulten electos en las próximas contiendas electorales de este año– se detendrían un poco a analizar esta realidad, contaríamos con un Plan Territorial a mediano plazo con el que ganaríamos las elecciones todos, ya que evitaríamos desastres ambientales que podrían hipotecar la vida de nuestros descendientes.
Basilio Bomczuk.
Nota publicada en la Revista Express, en su edición del 6 de agosto de 2017.