Con motivo del envío argentino a la Feria de Arte ARCO de Madrid, el pasado 13 de febrero el sociólogo Carlos Lista envió una nota breve a la revista Ñ y el 21 de febrero versiones más extensas a las editoras de arte y cultura de La Nación y Ámbito Financiero.
Lista sostiene que la prensa argentina que ha podido consultar ha variado entre la crónica laudatoria y la crónica tardía. Dice que están ausentes aún análisis de fondo en páginas centrales que den cuenta de la falta de representatividad nacional del envío argentino a ARCO.
La feria ya culminó, Lista cree que ya no es tiempo de lamentaciones sino de reflexión. Comparte una nota de su autoría que publicó en la red social Facebook y que, en parte, contiene conceptos de las notas que antes había enviado a los periódicos mencionados , ninguna de las cuales fue publicada.
Lo compartimos aquí, a propósito de la entrevista que le hacemos en nuestro programa de radio A Vos Ciudad del sábado 4 de marzo de 2017.
En épocas en que los muros han vuelto a adquirir protagonismo, resulta oportuno reflexionar sobre la muralla de cristal que separa a la CABA y sus alrededores del resto del país. Una valla que opaca y deforma la visión del exterior, que en el imaginario metropolitano se define, contradictoriamente, como “el interior”. Este muro compartiría con el proyectado por el actual presidente de EE. UU., al menos, tres rasgos: un intramuros que se aísla, su justificación con falsas creencias y su financiamiento por los excluidos del mismo. El actual envío argentino a la Feria de Arte ARCO 2017 puede ser tomado como un ejemplo de ello.
En las crónicas del envío argentino a dicha feria es evidente la identificación que autoridades, periodistas y curadores realizan de los significados de nacional/argentino con porteño. Por frecuente, no deja de ser lamentable. Tal es el grado de naturalización y hegemonía de esta idea, que quienes escriben o son entrevistados parecen ingenuos y/o mal informados y/o malintencionados. Consideraciones más extensas merecen las respuestas del Ministro Avelluto cuando es interpelado al respecto.
Paradójicamente, mis fuentes de información son periodísticas y este texto es una reacción personal ante los ruidos y silencios de la prensa sobre el envío argentino a la feria de Madrid. Aun así, lo hago porque me resisto a pensar la democracia sin el libre ejercicio del derecho a ser informados y a expresar nuestras opiniones como ciudadanos.
Desde la selección de Argentina como país invitado en 2016, los medios nacionales y provinciales, con escasas excepciones, se limitaron a reseñar el hecho, sin reparar (oportunamente) en el proceso y alcance de la selección de curadores, galerías y artistas que supuestamente nos representan. Un sorprendente júbilo carente de críticas. Estas aparecen tras el hecho consumado, a pocos días de la apertura de ARCO. ¿El silencio y la tardanza son estrategias calculadas o mera indiferencia y distracción de los periodistas y especialistas en arte?
Todas las galerías seleccionadas, tanto para el envío oficial como por ARCO, están radicadas en la CABA. Inés Katzenstein, curadora oficial del envío, y Sonia Becce, curadora del programa paralelo forman parte del mismo circuito. Más allá de su merecimiento, no resulta extraña la pertenencia de la amplísima mayoría de artistas que “nos representarán” este año como país. Nuestra extensa y diversa geografía queda reducida a un limitado circuito de lugares de exhibición y venta de la CABA, cuyo epicentro estaría en la Universidad Di Tella y en la influencia de Guillermo Kuitca. Resultaría interesante elaborar una cartografía de los vínculos que unen a galerías, curadores y artistas con este centro auto-constituido de poder e influencia en el circuito de arte metropolitano.
Katzenstein es realista al reconocer que ARCO es una feria comercial, por lo cual, en la selección de los artistas, tomó como criterio “que estuvieran representados por galerías con trayectoria de prestigio” (Ñ 698, Villaro: 7), pero fantasea cuando sostiene que otro criterio fue “subrayar la riqueza del campo del arte local” (idem). ¿Local como sinónimo de nacional o de porteño? Su expectativa es “que surja un interés por conocer más de la escena argentina en general”. ¿Qué alcance da a los términos “argentino” y “general”? Son pocos los datos sobre la “visión” y la “cartografía” tenidos en cuenta por Becce en la selección de galerías y artistas del programa paralelo. ¿Son distintas y más amplias que lo expresado por Katzenstein y Avelluto?
Cuando Battistozzi (Ñ 698: 5) afirma que en las últimas dos décadas “la conformación del campo del arte argentino experimentó transformaciones radicales”, ¿a qué se refiere?, ¿sólo a la aparición, en la CABA, de los tres espacios de exhibición privados que menciona?, ¿no sucedió nada relevante en otros lugares del país? Silencio. Si se critica a la feria de ARCO 1997 por su “tufillo colonial” (idem), más podría decirse de la supremacía y el marcado sesgo metropolitano del actual envío argentino. El tufillo colonial se transforma en mal olor. ¿Es que nadie lo advierte?
Lo que expreso no se limita a usos lingüísticos, sino a la construcción de discursos y la legitimación de prácticas. Tampoco debe entenderse como fruto de un chauvinismo folclórico o resultado de rivalidades regionales. El tema es, al menos, cultural, político y económico. Los significados de “arte nacional” y “argentino” son construcciones y su apropiación reiterada evidencia una práctica de colonización del lenguaje. Es difícil que pase inadvertida a periodistas, gestores culturales, curadores y funcionarios de cultura. Si ocurre, resulta inadmisible.
Las autoridades del Ministerio de Cultura son responsables por no incluir criterios de selección que federalicen la representación argentina. Es preciso recordar que el llamado “interior” conforma lo nacional y que contribuye a financiar los gastos de la participación del país en una feria internacional. Además, el campo del arte argentino se enriquece con artistas que se radican o “pasan” por el área metropolitana para adquirir visibilidad y volverse “argentinos”, condición que otros nunca adquieren, entre otras cosas, por prácticas como las que se critican en este texto. Constituiría un acto de reciprocidad abrir la organización de la selección a curadores y a instituciones y espacios de exhibición radicados fuera de los muros de la CABA, aquellos que para el Ministro Avelluto no existen y que sus asesores no recuerdan.
Contradicciones, reduccionismos y ambigüedades en el lenguaje; olvidos, indiferencia y discriminación en las prácticas. Reflejos de desconocimiento y de la utilización de conceptos estrechos que impiden reconocer la amplitud y diversidad del campo del arte argentino en el lenguaje y en los hechos. Veladuras que produce la mirada auto-referenciada, parroquial y endogámica de una aldea encerrada por un muro de cristal que la ensimisma. Muestras de irresponsabilidad política e ignorancia de funcionarios gubernamentales y de descuido y condescendencia por parte de una prensa sorprendentemente muda. O de reacción tardía. La reiteración de esta situación no la vuelve aceptable.
El envío argentino a ARCO es una excelente oportunidad para dejar de estar distraídos y para revitalizar una discusión pendiente sobre el alcance del campo y el mercado del arte en Argentina, sobre las políticas estatales a seguir con relación a ellos y sobre el papel y función que cumplen los medios de comunicación en la democracia. Que no sea otra oportunidad perdida.
Córdoba, Argentina
Febrero 2017
Carlos Lista, Sociólogo.
ni que hablar del Mercado de Arte que el año pasado arrasó en Córdoba Capital y la gran movida que representamos realmente a nivel nacional…. en contraste con estos señores gordos que pagan un puestito en la ARTEBA