La foto que ilustra esta nota corresponde al interior de una vivienda diseñada por el arquitecto moderno Le Corbusier para la Exposición Internacional de Artes Decorativas realizada en París en 1925.
Nos muestra un espacio interior que, perfectamente, podría ser construido en pleno siglo XXI. La doble altura, el balcón de la planta alta sobre el gran espacio y el equipamiento ubicado estratégicamente, hacen confortable y práctica la vida del hombre.
El arquitecto francés fue muy resistido durante la muestra y hasta le llegaron a construir un muro alrededor de la vivienda, para que la gente no ingresara a ésta. Cuentan que tuvo que intervenir un ministro para derribar la pared…
Así fue como Le Corbusier mostró las transformaciones radicales y las nuevas libertades aportadas por el hormigón armado o el acero en la concepción de la vivienda en la ciudad.
La gente observó en el terreno, cómo un departamento puede ser estandarizado para satisfacer las exigencias del hombre. Cómo la célula habitable, práctica, confortable y bella, es una verdadera máquina para vivir; y que se puede agrupar en extensión y altura.
Durante la década del 20 del siglo XX, el arquitecto europeo se dedicó a estudiar con creciente interés un tema básico: el cubo perforado (que llamó un “prisma puro”) generalmente elevado sobre “pilotis”, que coronaba un techo jardín cuyas formas tenían reminiscencias de esculturas. En el curso de dichos estudios construyó una docena de casas de gran belleza y fuerza.
Peter Blake, en “Maestros de la Arquitectura”, escribe que “la primera de estas construcciones no fue, estrictamente hablando, una verdadera casa. Era un pabellón -el Pabellón de L’Esprit Nouveau- proyectado juntamente con Jeanneret para la Exposición internacional de Artes Decorativas de París, en 1925”.
El pabellón constituía un modelo a escala natural de una de sus “villas superpuestas” de doble altura, que Le Corbusier había estudiado un par de años antes para su Ville Contemporaine. Había un espacio jardín de doble altura (un cubo vacío al exterior) cerrado por dos de sus lados por una unidad tipo de departamento de doble altura, incluida una sala de estar de igual elevación.
Le Corbusier escribió en aquella oportunidad: “La esfera de la arquitectura comprende cada detalle del equipamiento de una obra, la calle, la casa y el amplio mundo que se extiende más allá de ambos. Mi intención es ilustrar cómo, mediante la estandarización, la industria crea formas puras, y definir el valor intrínseco de esta forma pura del arte que es su producto”.
Cuentan, los que estudian al maestro moderno, que los inmuebles-villa nacieron del recuerdo de una cartuja de Italia. Aquellas proponen una fórmula nueva de edificio para una gran ciudad. Cada departamento es una pequeña casa con jardín, sin importar a qué altura sobre la calle está ubicada. Se aparta de la casa ordinaria; la densidad de los barrios residenciales sigue siendo la misma que hoy, pero esas casas, al tener mayor altura, gozan de una perspectiva más amplia.
A pesar de que se combatieron las ideas del genial arquitecto, éstas se constituyeron en la base para la mirada que debe tener el hombre con respecto a la vivienda. Muchos de esos valores se han perdido. Es hora de volver a replantearnos su significado.