Los otros días se publicó, en un periódico de tirada nacional, un interesante informe sobre «el problema del agua», que al titularlo así se reconoce que el agua es verdaderamente un problema. Transcribimos algunos datos que pueden servirnos para reflexionar:
«Los que investigan en este tema aconsejan no hacer alarmismo, pero con cada sequía -y la que padece una parte nada desdeñable del país es, dicen, la más importante de los últimos veinte años- resurgen los fantasmas que vienen agitando recurrentemente un sinnúmero de informes de las Naciones Unidas y otros organismos técnicos.
«Los pronósticos no son alentadores: ya actualmente un tercio de la población global vive en áreas con alguna escasez de agua, y se prevé que en 2025 esa proporción ascenderá a dos tercios, y en 2050, a tres cuartos.
«Para cualquiera que disfrute de un acceso casi irrestricto a este líquido precioso que constituye hasta el 90 % del peso de la mayor parte de los seres vivos (y se calcula que en el país un 22 % de la población no puede decir lo mismo), los inconvenientes que generan el precio del petróleo y las finanzas globales empalidecen frente a la posibilidad de que falte el agua que, como esos nubarrones que presagian la tormenta, pende sobre el horizonte.
«Según diversos estudios, el uso del agua se multiplicó seis veces a lo largo del último siglo, el doble de lo que aumentó la población, aunque sólo una parte modesta de los recursos hídricos globales se dedica al consumo humano y la higiene (el 10 %).
«El 70 % se destina a producir alimentos y el resto se emplea en los procesos industriales, y se necesita para producir energía hidroeléctrica y enfriar centrales térmicas de electricidad.
«Para hacerse una idea de las dimensiones del ‘problema’, basta con detenerse en un par de datos. La agricultura está en el corazón del desafío del agua. Mientras la persona promedio necesita beber de dos a cinco litros de agua diarios, su alimentación requiere alrededor de 3.000 litros.
«Un reciente trabajo del IWMI (International Water Management Institute) llegó a la conclusión de que si queremos seguir produciendo suficientes alimentos en 2050, se necesitarán cambios reales en los modos de producción. «Para fabricar una hamburguesa se necesitan 10.000 litros de agua», subrayan.
«Las aguas subterráneas no ofrecen un panorama mucho más alentador. Un estudio de Worldwatch llegó a la conclusión de que no hay continente en el que esas valiosas reservas no se estén contaminando con pesticidas, fertilizantes, sustancias industriales y metales pesados, y el daño frecuentemente es mayor en los lugares donde las personas más necesitan el agua, aseguran.
«Uno de los aspectos más inquietantes de este rompecabezas es que la contaminación subterránea es esencialmente permanente. «El agua se recicla muy despacio -dicen-, demasiado para diluir o eliminar las sustancias tóxicas». La que ingresa en un acuífero permanece allí miles de años, en comparación con sólo 16 días en los ríos.
El agua en SFVC
Nos pareció interesante transcribir este informe para reflexionar un poco sobre qué pasa en nuestra ciudad con el agua. La población de SFVC crece día tras día, y la falta de agua será una realidad tarde o temprano.
En estos momentos, se está construyendo un acueducto que transportará el líquido elemento desde el dique Las Pirquitas. No faltará el agua en un futuro cercano -siempre y cuando llueva-, pero según los chacareros, será escasa en Las Chacras. El objetivo, cuando se construyó el dique, fue precisamente proveer de agua a los agricultores. El tiempo dirá qué pasará con esta gente que trabaja la tierra.
Para el imaginario de la gente «habrá agua en la ciudad», pero los vecinos… ¿somos conscientes del derroche que hacemos de la misma? El agua corre por las calles de la ciudad y nadie sabe de dónde sale.
Es conveniente recordar una anécdota que vivió, a propósito, un vecino con una ex gerente de la anterior empresa que proveía de agua a la ciudad. Ella le preguntó una vez: ¿Usted sabe de dónde sale el agua que corre por calle Esquiú? Ante la mirada atónita del vecino, él sólo pudo responderle: «Y… si no sabe usted que debe cobrarnos el consumo… cómo pretende que lo sepa yo…».
Cuando el acueducto esté terminado y el «problema del agua se haya solucionado», será el momento en el que derrocharemos aún más este líquido elemento. Podremos lavar más seguido el auto… Podremos no sentir culpa de dejar el grifo abierto por horas, para regar las plantas en plena siesta, cuando la evaporación es más intensa. Podremos no sentir culpa también, consumiendo grandes volúmenes de agua para lavar los platos o hacer baños de inmersión.
Una vez construido el acueducto… ¿transportará agua siempre, a pesar que se la extraiga también de los pozos? ¿O sólo transportará agua en los momentos críticos? ¿Cómo será la postura que se tomará en el uso racional del agua en la ciudad? Muchas preguntas y pocas respuestas.
Es muy hipócrita nuestra postura con respecto al uso justo del agua. El Estado debería hacer una muy intensiva campaña de concientización y educación para su consumo racional. Además, las multas deberían ser severísimas por el derroche de este precioso elemento. Indudablemente falta mucho por hacer.
Cuando los españoles llegaron a nuestras tierras y fundaron sus ciudades, tuvieron en cuenta de dónde obtenían el agua los originarios, y sobre todo cómo administraban el consumo. No tendríamos que ser tan frívolos, tomar con seriedad este tema y no mirar para otro lado.