Si el lector visita la ciudad de Córdoba, notará que existe una nueva plaza en la que se puede ver un espectáculo de aguas danzantes, que durante la noche adquiere otro brillo con la incorporación de un juego de luces armonioso.
Nos referimos al Paseo del Buen Pastor, ubicado en Nueva Córdoba. Un lugar de esa ciudad mediterránea en la que el visitante se encuentra con un paisaje urbano que da la impresión que evoluciona continuamente, debido a la incesante construcción de edificios en altura.
El predio triangular, de algo más de 10 mil metros cuadrados, en Hipólito Irigoyen y que durante casi un siglo cobijó la cárcel de mujeres Buen Pastor, presenta una nueva escenografía, dominada por la tendencia de apuntar a nuevos espacios recreativos y culturales, pero donde la principal actividad se centra en la oferta comercial en un formato de shopping de alto nivel.
Concebido como un complejo cultural, recreativo y gastronómico-comercial, está ubicado en uno de los sectores de mayor cotización inmobiliaria de la ciudad de Córdoba, área donde aún quedan señales del antiguo esplendor urbano que no cayó bajo la piqueta para dar paso a edificios en altura.
La erogación global para la construcción del complejo fue de unos 15 millones de pesos, que contemplan tanto, a la recuperación de la capilla, como a las nuevas construcciones y la parquización del predio.
A tono con esos cambios, también lo fue su fisonomía. Una primera idea fue ejecutar un gran espacio verde, con la posibilidad de construir una playa de estacionamiento subterránea. Pero el plan cambió, para dar paso a la nueva estructura.
De la antigua construcción que fue ejecutada entre 1897 y 1906 bajo la dirección del arquitecto José Montblanch (para las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor de Angers), sólo queda en pie la capilla. Tras su desacralización fue restaurada para rescatar tanto su planta en cruz griega –única en su especie en la ciudad– como las pinturas murales y cuadros de artistas de renombre.
Los pabellones de la cárcel fueron demolidos por su mal estado de conservación y su nulo valor arquitectónico, según un informe de la arquitecta Marina Waisman, ya fallecida. La destacada profesional aseguró, en su momento, que sin los enormes muros, se podría apreciar mejor la majestuosa arquitectura neo-gótica de la iglesia de los Capuchinos.
En el espacio libre que quedó tras la demolición (ejecutada entre fines de 2004 y abril de 2005) de los 6.400 metros cuadrados de pabellones de la ex cárcel de mujeres, se edificaron locales comerciales que alojan dos restaurantes, un resto bar, una vinoteca y venta de productos regionales, un bar temático y un local de venta de artículos de cuero.
El área cultural ocupa el espacio central integrado a la capilla, para la realización de muestras de arte y la organización de conferencias. Al costado del templo se construyó una plaza seca como espacio recreativo y de conexión con los restantes sectores. Hay también espacios para oficinas, junto a servicios sanitarios y dependencias auxiliares.
Tal vez uno de los atractivos centrales del conjunto (como mencionamos al principio de esta nota), es la enorme fuente de aguas danzantes, ubicada sobre la calle San Lorenzo. Tiene un sistema de iluminación especial para la formación de figuras a una altura considerable.
En el espacio en el que está presente el agua, está lleno de vida. Cientos de jóvenes se reúnen a tomar mate, charlar, estudiar… Se juntan en un espacio público que les pertenece y en el que se sienten a gusto.
Recuerdos de Córdoba
Siempre que hablamos de los espacios públicos de nuestra ciudad, con los colegas arquitectos, rescatamos el hecho que aquellos que estudiaron en las Escuelas de Arquitectura de la ciudad de Córdoba, tienen a su favor la ventaja de haber vivido en una ciudad en la que podían “sentir” en cada momento de sus vidas universitarias, la calidad de sus espacios públicos.
El arquitecto Miguel Ángel Roca hizo mucho al plantear la peatonalización de las calles céntricas de la ciudad, donde se encuentran edificios de gran valor histórico. El arquitecto “Togo” Díaz hizo mucho también, al diseñar, sin querer, un paisaje urbano. En Córdoba, salvo algunas excepciones, y gracias al trabajo del arquitecto Díaz, las medianeras, los coronamientos y las terrazas de los edificios son tratados como corresponde.
Al caminar por las calles de Córdoba podemos hacernos rápidamente un mapa mental, que nos permite sentir una ciudad distinta de otras de nuestro país. Una ciudad más humana, a escala del peatón.
En la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, tuvimos la suerte de tener a un Luis Caravati quien diseñó intuitivamente, a medida que iba construyendo sus edificios, una ciudad. Siguieron Sarrahil y Gazzoli, dos arquitectos que plantearon una ciudad más compacta que la actual y con gran calidad en los espacios públicos. Luego vino el estudio del Centro Histórico de la ciudad, llevado a cabo por el arquitecto Nicolini.
Estos antecedentes en nuestra ciudad, por suerte, nos permiten darnos cuenta que San Fernando del Valle de Catamarca está inserta en un sistema natural. En nuestra ciudad, por suerte, hay arquitectos que vivieron durante su vida universitaria en Córdoba… ¿Qué nos pasó que los técnicos no supieron interpretar el patrón, la matriz, el modelo…?
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